La palabra más imprecisa de todas: yo.

“Las personas con un gran ego necesitan ser el centro de atención, ansían reconocimiento y les preocupa muy poco los demás. Por el contrario, una saludable autoestima nos permite respetar nuestros propios deseos y también los de los demás.”

Andrew Matthews

Padre del psicoanális: Sigmund Freud

Para Freud, la personalidad humana surge a partir de un conflicto entre los impulsos biológicos agresivos y que tienden al placer y los límites sociales que la persona ha internalizado. El pensaba que el resultado de los esfuerzos por resolver este conflicto básico daban como resultado la personalidad.
Freud tenía la teoría de que el conflicto se centraba en 3 sistemas que interactúan entre sí: ello, yo y superyó. Dichos conceptos psicológicos abstractos le ayudaban a comprender la dinámica de la mente.

Las tres instancias

En Esquema del psicoanálisis (1940 [1938]), Freud reconoce la satisfacción de las necesidades congénitas como “el genuino propósito vital del individuo”.

Las necesidades congénitas hallan un medio de expresión en el poder del ello

La conservación de la vida y la evasión de los peligros, corresponden al yo, encargado, por lo mismo, de velar porque las satisfacciones a las que presta consentimiento no expongan la seguridad del individuo a un excesivo riesgo

El superyó participa en la restricción de tales satisfacciones y en eso radica su función más importante.

El dialogo interno con estas tres instancias ocurre todo el tiempo de manera inconsciente y a veces subconsciente. En la actualidad pocos son los seres que han logrado darse cuenta de que la mente es una manifestación del universo, por ende, todo lo que se experimenta, lo que se escucha, lo que se ve es gracias al observador que es capaz de experimentarlo con sus sentidos

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