Meditaciones para niños

El decir mentiras

Les sorprende saber que hay algo que Dios aborrece? Generalmente pensamos en Dios como un dios de amor, y lo es. Pero es también Alguien que aborrece las mentiras. Así pues, que ni ustedes ni yo digamos mentiras nunca.

Dios quiere que sus hijos digan siempre la verdad; que sean honrados. Dios no quiere que sus hijos sean tramposos y engañadores. Quiere, por el contrario, que sean muchachos de cuya palabra se pueda depender. Quiere muchachos que cuando digan que van a hacer algo, lo hagan; que si dicen que no van a contar un secreto, cumplan su palabra, no importa cuánto le gustaría contarlo ni tampoco cuánto les rueguen que lo hagan.

¿Pero si decimos siempre la verdad no tendremos dificultades algunas veces? ¡Por supuesto que sí! Si hacen algo malo, y cuando se les pregunta lo que hicieron ustedes lo confiesan, se exponen a que los castiguen. Pero es mucho mejor ser castigado por algo malo que decir una mentira. Si dicen una mentira, habrán hecho dos cosas malas en vez de una, y Dios debe castigarlos por las dos. Y el ser castigado por Dios por dos cosas es mucho peor que ser castigados por nuestros padres por una sola.

Los muchachos de quienes se sabe que siempre dicen la verdad, pase lo que pase, son los muchachos que, al convertirse en hombres y mujeres, tienen toda la confianza de los demás. Los demás se dan cuenta de que aman la verdad, y entonces los prefieren en los mejores empleos porque tienen la confianza de que no los engañarán.

Un muchacho llamado Santiago quería ir a un campamento cristiano de verano, pero no tenía suficiente dinero. Así que se propuso conseguir el dinero diciendo una mentira. Fue a ver al pastor de su iglesia y le dijo: “Pastor, mi tío me mandó dinero para que pudiera ir al campamento la semana que entra, pero el dinero se ha perdido en el correo y todavía no me llega.”

“Es lástima,” dijo el Pastor. “Tal vez podamos conseguir en alguna parte el dinero que necesitas para ir al campamento. Sería una lástima que no fueras sólo porque tu dinero no te ha llegado.”

El pastor habló con una persona de la iglesia y consiguió el dinero. Santiago se fue al campamento, pero por alguna razón no estaba contento. Cuando oraba, parecía que no oraba; cuando jugaba, parecía que no jugaba. La dificultad estaba en que siendo un muchacho cristiano, había dicho una mentira, y Dios aborrece las mentiras. Dios ya lo estaba castigando haciendo que no se sintiera feliz. Finalmente se sintió tan mal, que los encargados del campamento pensaron que sería mejor mandarlo a su casa.

Cuando ya estaba en su casa, lo visitó el pastor y le dijo: “Siento mucho que estés enfermo, Santiago.”

Entonces Santiago comenzó a llorar y le contó al pastor todo. El pastor se quedó sorprendido y triste por lo que Santiago había hecho. Entonces Santiago dijo algo que es muy cierto:

“Pastor, Dios no necesitaba que yo dijera mentiras por Él para ayudarle a que me llevara al campamento. Él podía haber mandado el dinero de otra manera si hubiera querido que yo fuera y si yo se lo hubiera pedido. Siento mucho que le dije a usted una mentira.”

“Así es,” dijo el pastor. “El Señor nunca quiere esa clase de ayuda.”

Al año siguiente, Santiago fue al campamento, pero no dijo ninguna mentira para ir. Trabajó mucho durante el año, ahorró el dinero que necesitaba, y fue muy feliz en el campamento. Y Santiago decidió que nunca diría otra mentira.

Algo que leer de la Biblia: Efesios 4:25 ; Colosenses 3:9 ; Juan 8:44

Preguntas:
1) ¿A quién le gusta que los muchachos digan mentiras?
2) A veces hay personas que consiguen lo que quieren mintiendo y nunca saben los demás que les dijeron mentiras. ¿Creen ustedes que en algunos casos vale la pena mentir? ¿Por qué, o por qué no?
3) ¿Nos perdonará Dios si hemos dicho una mentira? ¿Qué debemos hacer?

Oración:
Nuestro Dios y Padre celestial, te confesamos que hemos hecho muchas cosas malas y que hemos dicho mentiras. Lo sentimos mucho y te rogamos que nos ayudes a decir siempre la verdad, aunque sea muy difícil hacerlo. Te damos gracias por este favor tuyo. En el nombre de Jesús. Amén.

Un himno que cantar:
“Debo ser fiel”

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